domingo, 18 de noviembre de 2012

Yo confío en ti, posho.

Al igual que Coco, Stella, Tom o Marc, era raro aquel que creía en ella. Compartían todos la idea del arte por el arte, lo bello como algo digno de mirar y la originalidad como el botón de muestra que hacía ver que tenían el don, ese que poca gente siquiera podía advertir a lo lejos en sí mismo.
¿Quién podría pensar que hay algo escondido tras unos pantalones que, para cualquier persona que los tuviese en sus manos, solo tendrían una salida, el desecharlos? ¿O que, tal vez, si juntamos esta cosita de por aquí con esa que encontramos el otro día y le añadimos esa otra de allá acabaremos creando toda una obra de arte?
Nadie en su sano juicio tiene esas ocurrencias. Nadie, salvo ellos, se atrevía a ser el primero en llevar o hacer algo que va de la mano de la crítica y las habladurías. 
Creían en sí mismos mientras el resto les hacía ponerlo en duda. Como he dicho, Coco, Stella, Tom y Marc, como tantos otros, seguramente tuvieron la falta de apoyo de sus más cercanos que, en su día, creyeron que ese disparatado proyecto de vida que tenían en mente nunca les iba a llevar a ninguna parte. 
Y ahí les tienes, consiguiendo su sueño, quién sabe cuánto les habrá costado, pero nada en ese camino es fácil; eso está claro.

¿Pero cómo dudar de alguien que ha nacido para ello?
Quédense con esta cara, algún día será igual de grande que todos ellos.



PS: Lo cual no quita que no te vaya a matar como no apruebes, pava. 
PS2: LAAAAAAAAAAN de mis amores.